viernes

Res (non verba)

Iba a escribir sobre lo que vi esta tarde, pero no he podido, así que sólo voy a realizar un boceto de lo que pasó. Bajo, miro mi zapatilla rota meterse en un charco de lluvia. Levanto la vista y veo una media res en el piso. Bajo la media res un hombre. Al costado derecho de la media res un hombre de traje, con paraguas bajo el brazo, tirando de una pata de la media res. Al costado izquierdo de la media res un hombre vestido de blanco con manchas de sangre preguntándole al hombre bajo la media res, que también estaba de blanco con manchas de sangre, si podía seguir. El que estaba abajo rondaba los setenta. El que estaba a la izquierda rondaba los cuarenta. El de traje rondaba la inutilidad. El de la izquierda no se acercaba a ayudar. El de traje patinaba en su lugar. El viejo trataba de pararse con la media res sobre sus hombros. Yo caminaba hacia la esquina, con miedo de acercarme. Rueda el paraguas. Rueda el de traje. El viejo se para, pero no puede avanzar. El cuarentón sigue preguntando si puede. El resto mira. También soy del resto. Llego. Miro al cuarentón, con su barba candado y rostro transpirado. Miro al viejo que sigue debatiéndose entre avanzar o retroceder. Le doy una mano a traje rodado. Pienso que el de la izquierda es un imbécil por no ayudar al viejo. Una señora se acerca, le pregunta al viejo si está bien. Echa un bufido y empieza a avanzar rumbo al chino de mitad de cuadra. También voy allí. Traje rodado (y ahora embarrado) toma su paraguas y se marcha con la satisfacción de saber que hizo todo lo que pudo. Antes de seguir los pasos del viejo hacia el chino, miro al cuarentón que se está prendiendo un cigarrillo. Llego al supermercado, al fondo se ve la media res flotar por sobre las góndolas. Empiezo a recorrer los pasillos. Me olvido de lo sucedido. También de la lista de compras. Me acerco a una heladera y escucho "¡Permiso!". El viejo… con otra media res sobre sus hombros. Su mirada está perdida, hundida en el cumplimiento de su trabajo. Vuelvo a pensar que barba candado es un imbécil. Me encuentro otra vez mirando la vaca flotar por sobre las góndolas. No compro nada. Vuelvo a mi casa. Recién ahí entiendo todo: Barba candado no es un imbécil, sólo lo protegía.
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