viernes

No a Clara... sin duda oscurece

Continuando con los post scriptums sobre Clara, voy a transcribir cuatro respuestas que tuve estos últimos días cuando contaba lo sucedido.
Respuesta uno: Mi madre
- Bueno, fue un flechazo, nada más. Seguramente debe ser una persona muy seductora.
- Pero esto me pasó sólo una vez en la vida… (o sea, ésta fue la segunda) – disquisiciones sin necesidad de transcribir.
- Mirá, te prefiero así, antes que como estabas. Es más, estaba preocupada ante tu desinterés general, esto, en el fondo, por más que se haya dado de una manera adolescente, es, por llamarlo de alguna manera, saludable.
Respuesta Dos: Mi hermana.
- Oíme, ¿Si no están locas no te gustan?
- No, me aburro.
- Haceme caso, dejate de joder ya, vos lo que tenés que hacer es casarte y tener hijos, vas a ver cómo te cambia la vida.- me dice esto como si yo no estuviera en la búsqueda… pero no me dieron ganas de discutir sobre esto - ¿Por qué no llamás a M., te acordás? Era buena gente.
- Porque me aburría como un hongo.
- Insisto, haceme caso, tené hijos, vas a ver cómo cambia todo.
- No me podés decir eso XXXXXXXXX – discusión de ribetes existencialistas psico-comunistas que, por el elevado número de estupideces que dije y a riesgo de ser descubierta, una vez más, mi boludez, decidí eliminar.
Respuesta Tres: Una amiga
- Estás hecho un pelotudo.
Respuesta Cuatro: Un amigo
- Ajá… ¿Te la garchaste por lo menos?
- No seas boludo, ¿No ves que te estoy hablando en serio?
- ¿Estaba buena?
- XXXXXXXXX
- Y bueh. Che, el sábado tenemos un cumpleaños en Palermo, de una ex compañera de laburo, ¡No sabés el culo que tiene! XXXXXXXXX – monólogo sexista de hombre casado también eliminado.

martes

Clara y sus post scriptums

P.S.: Esto sucedió ya hace algún tiempo, pero quizás por lo que dice la oración final – si, ésta es una aclaración mientras lo publico- decidí escribirlo o cerrarlo. Por eso no hay detalles, ni explicaciones pormenorizadas y faltan partes que fueron brutalmente sancionadas por el comité de censura (tengo los recortes en casa). Quizás eso dificulte el hilo o la temporalidad ya que me he limitado a pegar sólo algunos fragmentos … en fin…
P.S.’: Ahora mientras releo lo escrito, me doy cuenta que esto ya lo he escrito una veintena de veces más o menos, quizás cambian algunos detalles circunstanciales como tal vez las destinatarias, pero en el fondo es lo mismo. Antes guardaba esas cartas, ya que no tenía computadora, y como un buen herzoguiano esas cartas nunca eran enviadas. Ahora, ya que tengo un blog, la posteo.


La fiesta transcurrió dentro de lo que se podría denominar como normalidad. Bueno, hay que tener en cuenta "la entrada". Además el alcohol... suficiente para satisfacer a un estadio inglés y en el sitio no éramos más de trescientos. Dentro de éstos parámetros, o sea, tipos pegados a las paredes comprobando la impenetrabilidad de la materia, otros tratando de ser el centro de atención bailando como si estuvieran en el Lido, y otros, quizás yo, persiguiendo cualquier cosa semejante a una mujer que se cruzara por su camino - hubo varias que se podrían etiquetar como tales, pertenecientes al género, pero mi interés no iba más allá del que uno puede tener en un lugar así- era una fiesta, como ya dije, normal.
En cuanto a mis persecuciones sólo puedo mencionar que para unas iba muy rápido, otras simplemente me aburrían y al resto, obviamente la mayoría, yo las aburría. Mientras escribo esto se me presenta una imagen donde una mujer tenía una habilidad realmente extraordinaria para esquivar mis besos, espesos de tabaco y alcohol, aunque no se retiraba de mi alcance. En un segundo de cordura la dejé en paz, su buen gusto era digno de respetar. Pero el tema no es el alcohol, ni las drogas o las mujeres. No. El tema es una mujer.
Vamos con una pequeña reseña geográfica. Yo me encontraba con un grupo de gente en una esquina de un rectángulo que podría denominarse “pista” o algo así. En el lado opuesto estaba la barra. Todo lo que expliqué breve y confusamente recién transcurrió en el ángulo dónde me encontraba y el trayecto, ida y vuelta, hasta la barra. Esto se traduce en lo siguiente: bailo con mis amigos, me da sed, voy a buscar un trago y, durante la expedición pro alcohol me encontraba mujeres que iban presentándose bajo diferentes apariencias, casi siempre femeninas. Por ejemplo la “esquiva” debe haber sido durante mi cuarta expedición. Luego de la séptima expedición (quizás octava, quién sabe) decidí no tomar más alcohol y quedarme con mis amigos, me estaba divirtiendo después de todo. Y ahí fue cuando comenzó el “error”. Mis viajes se restringieron a gaseosas a partir de ese momento y poco a poco la visión del lugar fue tomando otra apariencia. No me atreví a volver a mirar a la esquiva, con ver mis otras aproximaciones me había sido suficiente para asustarme del efecto que puede tener el ron en mí. Ya no bailaba tanto y sólo me limitaba a hacer algún que otro comentario a la gente a mi alrededor. Y ahí fue exactamente el momento de la debacle.
Enfrente mío, bajo la luz de la puerta estaba ella, la mujer tema del primer párrafo. Recorrí con la mirada nuevamente el lugar y dije ¿Por qué ella no, si ella es la única que es mi “tipo” en este lugar? Creo que ella me miró también, no sé, pero la cosa quedó ahí. (Ah, también había otra que era mi tipo, una vecina mía con la que hablé mientras su novio fue al baño, pero nuestro idilio no duró más que una micción. Lástima.)
El tiempo fue pasando y en mi última gira, esta vez en busca de agua y dulces, me encuentro hablando con ella. Todo era normal, pero dijo unas palabras mágicas… no las recuerdo, pero si puedo asegurar que esas palabras me llegaron de alguna manera. Al final me dio su teléfono, lo cual se constituyó en mi segundo error, léase habérselo pedido. Y, así, aunque tuviera ganas de quedarme, me fui.
Pasaron algunos días, en medio de mensajitos intrascendentes, hasta que volví a verla. Salimos, nos emborrachamos, fuimos a su casa y me quedé con ella hasta la noche siguiente. Tercer error.
En medio de promesas y declamaciones extraordinariamente inadecuadas (tal vez hasta excusas) para la simpleza de lo que había sucedido, nos despedimos.
Nunca más la volví a ver, aunque yo quiera todavía.

P.S.’’: ¿Por qué siempre me fascinan las que no quieren volverme a ver?
P.S.’’’: ¿No es Clara un hermoso nombre?

lunes

Tarde de perros

Creo que empieza a llover pero, en medio de sol y ladridos, me doy cuenta que sólo es la baba de un perro. Mientras miro, no sin cierta malicia, al mínimo esqueleto peludo que me arrojó esos esputos desde un primer piso, piso una mierda que bien podría ser de éste (o aquel). Sin dejar de mirarlo comienzo a pulir con mi suela los límites del jardín más cercano. Él tiene toda la culpa.
Sigo mi camino, entro a una exposición de fotos. Es feriado y el lugar está atestado de transeúntes. Todos me miran, o por lo menos eso siento, pero la realidad es que todos me huelen, y siendo más realista aún es al energúmeno a quien huelen (u otro similar) sumada a la civilidad de su dueño/a. Es momento de partir. Él tiene la culpa.
Salgo de la sala, enfilando para el lugar dónde menos gente se puede ver. Al llegar a la esquina hay dos linyeras tomando mates y riéndose.
- Dame una moneda viejo, me quiero liquidá y no tengo ni pa’ una bala.
Lo miro, no tengo nada para decir ni dar. Dudo. Pienso en sugerirle una soga, pero, antes de hacerlo, él comienza a reírse estruendosamente. Por un momento pienso que tengo la baba colgando y huelo a mierda, pero la verdad es que el tipo ya ni me miraba y estaba señalando a unos gringos con su compañero.
Quizás a todos nos pasa lo mismo.
Él, en esto, no tiene nada que ver.

miércoles

Entonces...

- No puedo imaginarme vivir el resto de mi vida sin ella.
- ¿Si? Yo pensé que era distinto, no sé, se te ve bastante bien.
- Si, ¿Y con eso?
- Nada… pero, ¿No era que no la aguantabas más?
- No entiendo hacia dónde vas.
- No sé, sólo trato de entender la situación y ayudarte.
- No me jodas.
- Ok.
- Gracias.
- …
- …
- Pero, ¿No te quejabas todos los días?
- Mirá, yo me imaginé el resto de mi vida con ella. Es más, todavía lo hago.
Pero no dije que imaginé vivir los días más felices con ella. Sólo que ella
iba a estar ahí y yo también. Nada más.
- ¿Y por qué te apena tanto?
- Por favor, no me jodas más.
- Perdón.
- Gracias
- …



Porque era real.

jueves

Conmigo no funcionó

“La muerte enaltece. Aún al más canalla.” Fue lo que me dijo un gran amigo, mejor persona aún, hace algunos años, cuando todavía vivía. Hoy me acordé de aquello al leer una nota en Internet. En ella se describía la dificultad de mantener actualizada la red, o sea la imposibilidad de saber si el autor de una página, email, blog, etc. todavía está con vida, lo cual a su vez puede llevar a ciertas confusiones que no vienen al caso. Ése fue el momento en que me di cuenta que yo había muerto, y no una, sino en repetidas ocasiones. Y el modo más palpable de corroborar esto es la historia de este blog. Comenzó hace algunos años, al principio fue divertido hacerlo, después me aburrió y ahí viene su primera defunción (sin certificar). Luego tuvo algunas idas y venidas, incluida un descarado robo de contenido de parte de alguien, que luego se arrepintió (aunque no se disculpó), una eliminación de más de la mitad de los posts, (uno fue vendido al mejor postor) y otras cuitas. Mientras, yo, el que indica a sus dedos el contenido, también ha tenido sus repetidos vaivenes en la vida, lo cual me hace igual al resto por lo que no voy a enumerarlos.
Al final de cuentas: el punto es que a veces, después de haber estado muerto en repetidas ocasiones, no he logrado enaltecerme. Por eso decidí seguir escribiendo estas estupideces que, al menos espero, me mantengan a la altura previa...

martes

Experiencias previas...

“…ve una vaca y llora.” Es todo lo que me acuerdo que me decía mi abuela cuando me mandaba alguna estupidez que, por alguna circunstancia especial, no podía repetir o volver a hacer. Entonces venía una larga perorata de ejemplos y vivencias que había tenido a lo largo de sus años. “Son como callos”. Ahí viene mi segundo interrogante: ¿Qué son los callos? Mi mente despierta, ávida de conocimiento, me lleva nuevamente al único libro, que en realidad es como una colección que vino de regalo con algo, que está en mi casa (si, era de mi abuela, pero no viene al caso):
1. Nombre dado a algo que tiene que ver con los estómagos de terneras (curiosamente tienen cuatro pero técnicamente es uno, o viceversa, tampoco lo recuerdo)
2. Luego encontré un montón de islas y no sé cuántos cayos cochinos. Al cabo de varios días de rumiarlo (no cabía otra descripción) supe que no se refería a esto.
3. Por último encontré algo como almohadillas de piel que se presentan en cualquier parte del cuerpo, las cuales –casi sorprendentemente diría- son un mecanismo de defensa de la piel. Se presentan en áreas utilizadas con exagerada agresividad. Lo cual me lleva hacia el punto 4
4. Reabro la enciclopedia para ver de qué se trata el corazón y me encuentro que es algo como un músculo estriado hueco. No me queda otra que pensar en el sábado pasado.
5. El pericardio recubre al corazón para que no se lesione.
¡Ajá! Acá está la cuestión entonces. Mi abuela quería decirme que después de tantas experiencias malabaristas en materia amorosa, iba a ver una vaca y llorar, por lo que me van a hacer falta como cuatro estómagos para superarlo y, justamente sólo con el paso del tiempo y el uso agresivo se me va a formar la almohadilla necesaria –callo- para que mi pericardio siga funcionando sin terminar de rajarse del todo. Pero… hay algo que no me cierra en esta historia…
¡Ah! “El que se quema con leche” ahí está, si señor, mi memoria sigue siendo prodigiosa. Lamento también darme cuenta que mi corazón late menos. Ha perdido movilidad, y cada vez me es más difícil sentir. ¿Habrá alguna cirugía cardiaca con piedra pómez?
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